miércoles, 19 de marzo de 2014

Ego nulla vox habet.

Realmente, estaba entusiasmada con esta actividad, todo lo que suponga un cambio me llama la atención pero no pensaba que iba a ser así. La soledad no fue uno de mis problemas cuando realicé esta actividad. No utilizar el móvil me resultó fácil y sencillo , nunca sé dónde está, por lo que se me pierde siempre, más bien lo que temía era el gran cambio que supondría en mi rutina diaria.

A lo que iba...Mi experiencia me ha resultado muy difícil, durante todo el día eché de menos hablar, escuchar música, etc. A pesar de todo, lo hice bien y he salido satisfecha. El día de mi actividad, me levanté afligida el lunes 17 a las 7:00 de la mañana pensando que no iba a ser un buen día, que me iba a costar muchísimo no mantener contacto con el mundo exterior y tenía miedo de que pudiera acabar arruinándolo. Por ello, me mentalicé que no iba a  ser así, pensé que debía disfrutar de la experiencia y sacar provecho de ella. Así pues, me levanté y comencé a vestirme. Mientras mi madre se intentaba comunicar conmigo, yo seguía arreglándome y no prestaba atención, supongo que quería ponerme a prueba.

De camino al instituto me encontré con Paula, una chica de mi clase que también hacía la experiencia ese mismo día. Fuimos al colegio juntas sin mencionar ninguna palabra, fue realmente extraño. Al llegar al instituto mis compañeros intentaban hablar conmigo sin saber nada sobre la experiencia día y cuando se daban cuenta, rápidamente se giraban y se iban diciéndome ‘’suerte’’. Para mí lo peor fue estar en clase sin poder comunicarme y sin preguntar nada, sentía una gran impotencia. En las horas de clase tuve la oportunidad de estar más atenta a todo lo que sucedía; las conversaciones entre mis amigos, los gestos que hacían a cada momento y la actitud en ellos. El no poder hablar es horrible, he comprendido que necesitamos hacerlo a cada instante, es algo necesario. Durante las horas de clase, incluyo también el recreo, sentía que no formaba parte de mi entorno, yo estaba presente pero a la vez no estaba con ellos, sólo podía hablar conmigo misma y no podía objetar sobre nada que se hablase.

Más tarde, al transcurrir el tiempo, salí del instituto y me dirigí hacia casa muy cansada y sin ganas de hacer nada prácticamente. Estaba sola en casa, no me iba a ser muy difícil el no poder hablar o ver la televisión, así que me dispuse a estudiar en mi cuarto mientras todo estaba en silencio. Las horas se me hicieron interminables, sólo pensaba y reflexionaba sobre la actividad, sobre lo que me aportaba. No es una actividad imposible de hacer, como otros dicen, pero te obliga a prescindir de todo aquello a lo que estamos acostumbrados, comunicarnos con los demás por teléfono u ordenador, ver la televisión, escuchar música y hablar, claro. ¿Es posible hacer la actividad durante un día entero?, obvio, pero al plantearme si podríamos toda una vida no me queda tan claro. Podríamos hacerlo pero, ¿quién querría hacerlo realmente? estamos acostumbrados a convivir con la sociedad y además, comunicarnos es algo imprescindible en la vida, los  seres humanos necesitamos relacionarnos para ser felices.

A veces, inconscientemente, me disponía a escuchar música, me resultó muy difícil no poder hacerlo como hacía cada día, para mí es algo esencial escuchar música y al no poder hacerlo me desanimaba bastante. A medida que iban transcurriendo las horas todo iba siendo igual de simple y triste. A pesar de haber sido así la mayoría del tiempo durante ese día, también hubo momentos buenos en los que al menos pude tener más tiempo para mí, así es como yo lo veo. También hubo momentos de desesperación en los que pensaba ‘’voy a dejarlo’’, pero me sentiría tan mal al haber fallado la prueba que seguí haciéndola por muy dura que fuese.

En definitiva, me siento bien al haberla realizado y saber que si quiero, puedo hacer cualquier cosa. Eso sí, repetirlo sería muy pesado.


viernes, 7 de marzo de 2014

Felis silvestris catus.

Mi vida animal, ya pasada, fue un tanto curiosa. Tuve la experiencia de poder sentirme y comportarme de forma distinta. De aquella época,  recuerdo muchos de mis pensamientos, además de mis actos llevados a cabo. Mi vida día a día era muy simple, a pesar de que yo hacía un gran esfuerzo para que eso cambiara. Solía levantarme de mi cómodo lecho e inconscientemente iba en busca de la que era mi dueña, aunque todavía no entiendo por qué  le asignaba ese nombre, mi único objetivo en aquel entonces era saciarme de comida.
Así pues, recorro la habitación donde ella dormía e intento que se dé cuenta de mi presencia, al no tener éxito en ello doy un gran salto y me siento junto a ella. Normalmente podía llevarme un largo tiempo esperando  aquello que tanto deseaba, pero sentía que necesitaba energía y vitalidad, así que con mi insignificante patita de felino hice el intento de despertarla. Para mi sorpresa, dio un gran salto y por ello pensé que había hecho mal en subir. Sin embargo, se alegró de verme y con dulzura  y devoción me abrazó fuertemente y, no voy a negar que no me gustara, porque estaría mintiendo. Mientras ella bajaba de la habitación y se dirigía hacia la cocina yo le seguí como un felino bondadoso y esperé allí para poder llenar mi estómago. En aquellos instantes me sentía algo  inquieto, no podría explicar la sensación que me producía el saber que pronto iba a saciarme de aquella deliciosa comida.  De repente, noté como mis ojos se agrandaban al ver como mi dueña colocaba mi comida y el agua junto a la puerta y sin pensarlo corrí hacia lo que tanto esperaba.  Si antes no podía explicar la sensación que sentía al esperar tan ansioso, ahora mucho menos.
Ya cumplido mi objetivo, me dirigí hacia el amplio exterior que contemplaba la casa y allí empecé a jugar como hacía normalmente. Aparte de mí, con nosotros vivía un felino, algo peculiar y con el que me costó mucho llegar a simpatizar. Cuando se dejaba ver, me gustaba que jugara conmigo, pero él no hacía gran esfuerzo y se dignaba a dormir como de costumbre, solía pensar que actuaba así porque yo no era de su agrado pero con el tiempo he llegado a la conclusión de que su vida anterior le ha llevado a mantener ese carácter. Intento aprovechar mi energía y el sol que luce brillante, despacio voy observando todo lo que me rodea y al mismo tiempo, voy pensando quién será mi nueva caza.
 Después de apreciar todo aquello, admiro a una pequeña mariposa que revoloteaba sobre las flores sembradas y mi instinto cazador se propone capturarla. Entonces, lentamente inclino mi cabeza y mis patas colocándome en la posición ideal para que mi caza resulte victoriosa y pueda salir satisfecho de ella. Por tanto, en esta posición con mis garras bien preparadas y mí vista penetrada en aquella mariposa me dispongo a abalanzarme sobre ella y al fin consigo lo que pretendía, tener dominio sobre ella. Mientras poseo la mariposa en mi boca, con mis dientes la inmovilizo  para así poder conducirla dentro de la casa y entregársela como obsequio a mi dueña. La mariposa se resistía a mis afilados dientes, pero aun así pude trasladarla hacia dentro.
Entrando en la habitación donde se encontraba mi dueña ojeando no sé qué cosa, coloqué la encantadora mariposa sobre el suelo y mi dueña, que se percató de mi presencia, se impresionó sin comprender por qué lo hice pero luego supo enseguida el motivo que me llevó a hacerlo. De este modo, se acercó a mí y me acarició con inmensa ternura, que yo agradecí. Posteriormente, mi dueña tomó asiento en el amplio sillón y me nombró, supuse que se dirigía a mí porque en aquel momento estábamos solos. Como bien creí, subí al sillón y me acomodé sobre ella mientras me acariciaba con suavidad y yo me dignaba a ronronear, como solía hacer cuando estaba a gusto. Me sentía algo cansado y rápido me dormí.
Al despertar, observo la luz resplandeciente que procede del acuario situado en la habitación y me es imposible no acercarme para curiosear e intentar apoderarme de aquellos pequeñines. Fijándome en ellos, contemplaba la inquietud que mostraban desplazándose de lado a lado y, cansado de atenderlos, me dispuse a salir de casa para poder seguir con mi caza. Para mi sorpresa, la puerta estaba abierta y sin demora me marché de allí, después de recurrir a mi dueña maullando para que supiese de mi ida.
Más tarde en la calle me sentía libre y con deseos de capturar a alguna de mis presas. Sin embargo, pasado un largo tiempo, mis cazas fracasaron debido al horrible cascabel que llevaba conmigo  y que me fastidiaba aquellas presas que tenía en el punto de mira. Con resignación, me dirigí hacia la que era mi casa y permanecí en el exterior de ella hasta que caí en un profundo sueño. Y esto, es todo lo que mi mente permite que recuerde de aquel sueño. Ahora forma parte de un sueño más, al menos eso creo yo.